Con el paso del tiempo, lo acelerado que se ha vuelto el día a día y el estrés que caracteriza a este siglo, las personas están buscando con urgencia vías alternativas que disminuyan la tensión y que los ayude a conectar nuevamente con ellos mismos.
La tendencia es regresar a las raíces. Consumir alimentos orgánicos, cuidar el planeta y sus recursos, realizar actividades al aire libre o que cultiven el cuerpo y el espíritu. Un ejemplo de esto es el yoga, que con el tiempo ha expandiendo su popularidad en el país. Especialmente, en la ciudad de Santo Domingo.
Esta práctica de meditación se originó en la India y proviene del sánscrito (ioga), que se refiere a una disciplina física y mental.
Existen diversos tipos, los cuales según los expertos, son las nueve ramas del “árbol del yoga”. Cada una de estas ‘ramas’ tiene una función determinada y un fin. Conectar con un ser superior o cultivar una relación con algo divino; utilizar el cuerpo para exploración propia; purificar el cuerpo y la mente.
El yoga ha sido un medio de curación física y espiritual para muchos, como es el caso de Melvin Peña, quien cuenta cómo ha actuado a su favor en diversas áreas. “El yoga, a través de la respiración profunda y consciente, me ha ayudado a mitigar la migraña”. Y para resumir los beneficios recibidos de parte de esta noble disciplina, dice: “Ha sido útil para lograr una gestión emocional inteligente”.
A pesar de que según algunas fuentes, no fue hasta los años 60 que el yoga llegó a Occidente, en estas cuatro décadas, es mucho lo que se ha expandido y arraigado. Cada vez es más común conocer personas interesadas en experimentar e ir más allá de lo habitual, buscando así, un equilibrio a través del mismo.
fuente:listindiario.com
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