Entre toda la parafernalia esquizofrénica que rodea la promoción de los Premios Platino —los galardones del cine latinoamericano celebran este sábado en Madrid su cuarta edición y el viernes tomaron un sótano del hotel Palace para entrevistas con las estrellas que acuden a la ceremonia—, Kate del Castillo (Ciudad de México, 1972) parece levantar una campana del silencio que preserva al periodista y a la actriz del rugir de la marabunta circundante. Probablemente lleva año y medio realizando el mismo truco de magia en su día a día para mantener a salvo su salud mental tras el estallido del caso Chapo Guzmán, uno de cuyos puntos álgidos llegó con el encuentro entre el capo de la droga, entonces en busca y captura, Sean Penn, la actriz y otros dos acompañantes el 2 de octubre de 2015. Otro, cuando se hizo pública aquella reunión.
Del Castillo ya residía entonces en Los Ángeles (posee la doble nacionalidad): “He pasado por todas las etapas: decepción, tristeza, coraje, rabia... Ya me acostumbré. Aunque he sido exonerada por la justicia mexicana y amo mi país, ya no me siento cómoda en México, no tengo ganas de ir, no volveré a México porque no me siento segura”. Y no precisamente por amenazas del narcotráfico. “No, del Gobierno.
fuente:elpais.com
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