“Esa niña maneja el celular mejor que yo”, se escucha decir al padre, orgulloso de las destrezas de su pequeña de apenas dos años.
Comentarios similares a este resultan frecuentes en la actualidad. A medida que los dispositivos electrónicos se vuelven más fáciles de usar (gracias a las pantallas táctiles, la interactividad y las interfaces “intuitivas” orientadas a lo visual), los niños se hacen muy hábiles en su manejo.
El problema, advierte la neuropsicóloga Laura Rivera, es que el “orgullo” que sienten los padres los “ciega” y no les permite ver las consecuencias negativas de exponer a sus hijos pequeños a las pantallas.
“Hay edades en que el niño no va a poder hacer un buen uso de la tecnología, aun la sepa usar muy bien”, asegura. “La habilidad que tenga el niño no quiere decir que está preparado para manejarla”.
Pero ¿a qué edad podría darse el contacto inicial de los niños con las pantallas y sistemas digitales? Las opiniones varían. La Academia Americana de Pediatría habla de entre los dos y cinco años, siempre por poco tiempo y en compañía de los padres.
Impacto en el desarrollo
Cuando los recursos tecnológicos desplazan el juego libre y creativo, así como el contacto con otras personas, se retrasa el desarrollo psicomotor, psicoemocional y social.
Las psicólogas Laura Rivera, de Respirare; Jessica Fiallo, de Dulces Sueños, y Alannah Javier, del Colegio Bilingüe New Horizons, coinciden en que es a través de la exploración del mundo, el juego no estructurado y la socialización que se adquieren destrezas como la resolución de problemas, la autorregulación y la empatía. Estas aptitudes tienen gran importancia para el éxito social y académico.
La mayoría de los adultos, sin embargo, no repara en los potenciales efectos de la tecnología sobre el desarrollo infantil. Su preocupación, como ocurrió a mediados del siglo XX con el advenimiento de la televisión, se centra más en los contenidos. Tampoco les faltan razones.
Con frecuencia se quejan de que a los chiquillos no les gusta pasar tiempo en apps o juegos educativos. “Ven a otros amigos con aplicaciones de adultos y se les llenan los ojos”, comenta un padre consultado por LISTÍN DIARIO.
Riesgos
Rivera aún recuerda el caso de un pequeño paciente que desarrolló terrores nocturnos, enuresis y fobia a los payasos tras toparse en la Internet con el Payaso Asesino, personaje de terror inspirado en una novela del estadounidense Stephen King.
Ejemplos como este evidencian algunos de los peligros que se ciernen sobre los menores a los que se les permite manejar de forma libre y sin supervisión las herramientas digitales.
En su informe Estado mundial de la infancia 2017: niños en un mundo digital, la Unicef advirtió que a través de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) los menores se exponían no solo a contenidos inapropiados, sino también al acoso o bullying, a la violación de su privacidad y al contacto con personas malintencionadas.
Aparatos “niñera”
Un gran número de familias emplea los dispositivos electrónicos como herramienta para mantener quietos a los chiquillos.
Este uso de las pantallas como “niñeras” tiene sus bemoles. Durante las salidas, por ejemplo, priva a los menores de la oportunidad de aprender a comportarse y autorregular su conducta.
En tanto que al suministrarles tabletas o celulares para calmar sus rabietas, se afecta su nivel de tolerancia a la frustración.
“Los niños crecen con un bajo manejo del no, con intolerancia a la frustración, y cuando papá y mamá les dicen que no les van a prestar el celular, hay una crisis”, observa Rivera.
Padres y tutores rezagados
Pelagia se queja de que sus nietos, de once y siete años, “no sueltan” el celular de ella, en el cual descargan aplicaciones de juegos y reproducen videos.
“Desde que se levantan es lo primero que buscan”, dice.
Pero cuando la abuela de 58 años tiene problemas con el teléfono móvil o el televisor inteligente, debe acudir a los niños para que le den soporte.
fuente:listindiario.com