sábado, 15 de noviembre de 2014

FEMINICIDIOS: “Hay que aprender a ser hombre”

El pasado domingo Sotero Guzmán aconsejó a Alexis Ramírez para que dejara tranquila a su hija Peggy Roxanna Guzmán Castillo, a quien tenía varios días acosando de manera insistente para que se reconciliaran y volviera a su casa.
Ella lo había dejado un mes antes porque ya no aguantaba los constantes maltratos, especialmente cuando su marido llegaba borracho a la casa.
“Yo le hablé a él de una forma fraternal, amorosa, como un padre a un hijo, y le dije si en verdad tú la quieres pídele a Dios que te devuelva a tu familia, pero dale un tiempo a que ella reflexione”, recuerda Guzmán que le dijo a Ramírez, a quien incluso sugirió que visitara la iglesia.
Una hora más tarde, y pese a los consejos del ahora atribulado padre, el exmarido de Peggy la mató con una pequeña mandarria en la vivienda, ubicada en el barrio Libertador de Herrera, en Santo Domingo Oeste,  donde se había ido a vivir atemorizada por el acoso a que la tenía sometida su expareja.
La dama dejó en la orfandad a una niña de 11 años, cuyo nombre se omite por razones legales, y a quien su padre comunicó mediante una llamada telefónica que había matado a su madre. La menor fue quien dio la voz de alerta de la situación ocurrida a su progenitora.
Los vecinos definen a Peggy Roxanna, de 31 años, como una mujer de trabajo. Había hecho varios cursos técnicos, incluso un secretariado, pero cansada de repartir currículos un día le pidió a su padre que la ayudara a instalar un pequeño negocio en el mercado de Herrera.
Allí la mujer trabajaba de lunes a domingo vendiendo plásticos para contribuir con los gastos del hogar. Su cónyuge, quien está prófugo luego de cometer el feminicidio, se dedicaba a lavar autos en la avenida Abraham Lincoln de la capital.
“Hay que aprender a ser hombre. Ser hombre no es sólo llevar los pantalones, es saber resolver los problemas sin fracasar, sin dañar a otras personas”, expresó Guzmán, en medio de las lágrimas que no pudieron contener las gafas oscuras que llevaba puestas en ese momento para ocultar su dolor.
(( Respeto
Guzmán pidió a los hombres que están pensando cometer un feminicidio respetar la decisión de las mujeres cuando ponen fin a una relación porque ya no aguantan los maltratos y no los soportan.
Con el asesinato de Peggy Rosanna pasan de 130 las muertes violentas de mujeres en lo que va de año y de 60 los llamados feminicidios íntimos, Mientras en el período 2010-2013 se registraron un total de 795 muertes violentas de mujeres, 403 de ellas feminicidios íntimos.
El asesinato de la dama residente en Herrera se consumó pese a que su progenitor alega que ella había colocado una orden de alejamiento a su expareja, quien nunca fue llamado por las autoridades judiciales, las que tampoco brindaron protección a la mujer.
Sotero Guzmán, de 57 años, solicitó a las autoridades darles seguimiento a las féminas que están bajo amenaza de sus parejas y exparejas, porque entiende que cuando una mujer recurre a este mecanismo de protección es porque enfrenta una situación seria.
Lamenta también que ninguna autoridad se haya acercado a la casa para brindar ayuda profesional a la hija de Peggy, de quien afirma que ha vivido una cruda realidad que podría marcarla de por vida.
“Cuando a una persona le dan una orden de alejamiento busquen a la otra parte, denle un consejo allá, o aprésenlo porque ahí es que vienen los feminicidos. Cuando le dan una orden de alejamiento a una mujer, ahí entonces es que el marido arremete contra esa persona”, indicó Guzmán.
El maestro constructor criticó que a su hija no le brindaran protección, pese a que estaba bajo amenaza de muerte. “Las autoridades deberían actuar con mano recia cuando reciben estas órdenes, que los apresen por un tiempo y les digan, si usted vuelve a molestar a esa mujer, entonces va a coger tantos años de cárcel”, añadió.
La casa de los padres de Peggy, ubicada en la calle El Condado número 24, en Buenos Aires de Herrera, donde se guardan los nueve días, es actualmente un escenario de luto y dolor. Los hermanos de Peggy John Guzmán Castillo y Yeraldín Guzmán Castillo, además de su cuñada Loren Virgina, reflejan en sus rostros la pena por la tragedia que ha tocado a la familia. Todos coinciden en destacar que su pariente era una mujer trabajadora, cariñosa, fiel y hogareña.
(( Temor
Temen también por la seguridad de la señora Francisca Castillo, madre de Peggy, a quien Alexis amenazó porque se negaba a que su hija continuara con esa relación que la llenaba de sufrimiento.
Peggy y Alexis llevaron una relación tumultuosa en los últimos meses que estuvieron juntos, a la que ella decidió poner fin irremediablemente, luego de que éste hiciera caso omiso a todos los consejos que recibió para que cambiara la actitud ante su pareja.
“A lo que uno quiere, uno no le hace daño”, expresó con convicción Sotero Guzmán sobre las tantas veces que aconsejó a Alexis, quien alegaba que quería a Peggy y que era la única mujer en su vida.
“Me han quitado lo que más quería”, exclamó la hija de once años de Peggy, sin poder contener el dolor que la embarga porque su madre se ha marchado para siempre, cerca de una mesita en la humilde vivienda, sobre la cual un retrato de Peggy está adornado con un velón, una biblia, un libro de cantos devocionales y un rosario. 
SECUELAS EN LOS NIÑOS QUE QUEDAN HUÉRFANOS
La sicióloga Tahíra Vargas, considera que la actitud pasiva de las autoridades ante los feminicidios está vinculada con una tendencia como sociedad a legitimar la violencia de género.
“Las agresiones, golpes, que le dan los hombres a las mujeres se tienden a justificar en las familias, en la comunidad, en los grupos religiosos, porque se mira a la mujer como culpable de la violencia que sufre. La visión de que la mujer ‘provoca’ la violencia genera la legitimación de la misma”, indicó.
Sobre las víctimas colaterales de los feminicidios, especialmente los niños y niños que quedan huérfanos, dijo que resulta traumática la realidad del cambio de escenario en esas circunstancias, ya que tienden a ser distribuidos entre abuelos, abuelas, tíos, tías y vecinos.
La socióloga lamentó que estos menores sufran al ser separados de sus hermanos y hermanas, de su hogar y de su entorno social.
“Viven condiciones de vulnerabilidad socio-económica porque las familias que los acogen muchas veces no cuentan con recursos económicos para mantenerlos y tienen que realizar trabajos en condiciones de riesgos, en algunos casos se quedan en situaciones de desamparo y pasan a formar parte de la niñez y adolescencia en situación de calle”, indicó.
Mientras, Sergia Galván, directora de la organización feminista Colectiva Mujer y Salud instó a las autoridades a brindar ayuda profesional a estos niños y niñas.
“Probablemente esos niños y niñas no se curen nunca y de ahí que tienden a reproducir lo que viven. Si un niño o niña vive en una situación de violencia, probablemente esos niños y niñas van a reproducir ese esquema de violencia”, agregó.
En el país no se han hecho mediciones del impacto económico de los feminicidios, tomando en cuenta la pérdida de capital humano, pues muchos hombres son encarcelados o se suicidan, y son dos personas que salen del aparato productivo.
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fuente:listindiario.com

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