La fiebre Pokemón ya está aquí. En lugares tan cercanos y rutinarios como la Plaza de la Cultura y la universidad Unibe, donde docenas de jóvenes se han congregado en los últimos días para capturar alguna de las figuras del juego de realidad virtual.
Quienes salen a “cazarlos” no son necesariamente adolescentes. Los más son jóvenes en mayoría de edad que hacen una pausa en sus jornadas de clases o aprovechan sus horas de almuerzo en sus sitios de trabajo.
La explicación a esta realidad se encuentra en la evolución de un fenómeno cultural que tuvo sus comienzos en los dibujos animados transmitidos por televisión en 1997, y que crearon a una legión de fanáticos que se ha alimentado de posters, calcomanías y “tazos” en las fundas de papas fritas.
Lo de ayer en la Plaza de la Cultura fue épico: a mediodía una docena de muchachos al lado del Museo de Historia Natural, en el que crearon varios “módulos” que atraen a las figuras del juego; y en las cercanías del Teatro Nacional otro grupúsculo, sentados frente a la fuente de agua para atrapar a los especímenes acuáticos. Durante el fin de semana la concentración pudo superar los 200 jugadores, según algunos de los presentes, entrevistados ayer.
Todo un fenómeno de entretenimiento que obliga a tomar precauciones de seguridad.
La Policía de España, por ejemplo, elaboró una lista con siete recomendaciones a los usuarios del juego. Dentro del grupo de consideraciones destacan recordar que se está jugando en el mundo real y que por lo tanto no se puede fijar la mirada solo en la pantalla de teléfono móvil: “Atento a lo que ocurre a tu alrededor”, dicen las autoridades ibéricas como medida preventiva de seguridad.
Otra es la prohibición de atrapar pokemones mientras conduces o montas bicicleta. “Si ves un codiciado Snorlax o Vaporeon no te guíes solo por la emoción, tu seguridad es lo primero”, señala y luego pide precaución al cruzar calles y avenidas.
De las cosas más interesantes que deja la fiebre Pokemón es que hasta el momento el juego no está disponible para uso en República Dominicana, pero los jugadores han encontrado la manera de descargarlo por plataformas en la Internet fuera de Google Play o el App Store, los espacios oficiales de descargas.
Lo que pasa en República Dominicana es la incubación de la fiebre que conmociona al mundo: hace unos días, en Estados Unidos, el juego de realidad virtual era usado en promedio unos 43 minutos por día, un dato mayor al uso que se le da a aplicaciones como WhatsApp, Instagram, Snapchat y Messenger de Facebook.
En Santo Domingo, la capital dominicana, los lugares de mayor concentración para el juego de realidad aumentada son la Plaza de la Cultura, las universidades Unibe y Pontificia Católica Madre y Maestra (PUCyMM), Apec e Intec, y en las plazas de Güibia, que da al malecón de la ciudad y en la Zona Colonial por las noches.
La historia de Marino Castillo explica bien el fenómeno social de los últimos días, que desembarcó en el país a finales de la semana pasada. “El uso del juego a veces es afectado por la saturación de la red”, relata como abono a la idea de que los dominicanos descargaron el producto sin la autorización debida. En principio el juego virtual fue lanzado en Estados Unidos, Nueva Zelanda y Australia.
Tanto él como sus compañeros, a los que conoció en la Plaza de la Cultura, llegan a “la caza” de pokemones con baterías extra para sus teléfonos móviles, una precaución que han tomado ante el consumo desmedido de carga eléctrica que les impone el tener encendido el GPS de sus teléfonos, la búsqueda de Wi-Fi y el consumo propio que hace la aplicación.
fuente:listindiario.com
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