martes, 9 de agosto de 2016

Confesión de un condenado: Atravesó siete puertas y llegó a la bóveda del banco

Todos coinciden en que se apresuraron y no esperaron su tiempo. Lo admiten como un error, dicen estar arrepentidos y recomiendan a la juventud que se puede perder en el fango, que utilice su inteligencia y habilidades para progresar en la vida, no para acabar con la tranquilidad de los demás. Un estudiante de bachillerato quería darle a su hijo todo lo que pidiera. No continuó los estudios porque suponía que no iba a llegar muy lejos con eso, planeando entonces el robo de un banco. Lo primero que hizo fue dejar la oficina donde trabajaba para solicitar trabajo como vigilante en el lugar donde cometería el hecho.
Otro joven con 17 años, en octavo curso, trabajando en construcción y visitando una iglesia pentecostal, optó por dejar todo eso y “tirarse a la calle”. Dice que cuando hizo su primer robo y al día siguiente se sentó en el pupitre de su escuela pensó que no debía hacer eso, pero la adrenalina que tenía era tan fuerte que lo único que quería era seguirlo haciendo. Y una empleada doméstica, que inicialmente dejó los estudios para trabajar en una casa de familia y mantener a sus hijos, sintió mucho deseos de ser como la dueña de la casa y comenzó a robar sus ropas, accesorios y después dinero, costándole esto estar ahora separada de sus hijos, y en conflicto con ella misma, por haberse dejado llevar por la codicia.
“Esa era mi meta y la logré”
 Nos han dicho que eres uno de los presos más peligrosos de La Victoria porque hiciste un robo en un banco de valores y lograste sacar 30 millones de pesos. Cuéntanos tú mismo cómo lo hiciste.
Yo hice bachillerato y no quise seguir. Siempre he trabajado y he sido una persona tranquila. Trabajé ebanistería en una empresa grande, carpintería, desabolladura y pintura, trabajé en seguridad, como todos los dominicanos que tienen que estar cambiando porque la cosa está mala. Por la necesidad de dinero y el deseo de llegar rápido me propuse conseguirlo y logré entrar a trabajar en una empresa de valores de donde sustraje un poco de dinero.
-¿Cuánto?
- Treinta millones
-¿Y cómo lo hiciste?
-Yo tuve que abrir siete puertas para llegar a ella y era complicado porque cuando se abría una se cerraba otra, pero yo estudié cómo era que funcionaba la cosa. Primero comencé a relacionarme con gente de la sociedad para llegar a este banco y logré llegar.
-Cómo te relacionaste...
-Visitaba casinos, plazas, me metía en algunas actividades sociales, todo el mundo con su traje, hasta que poco a poco fui llegando. Yo andaba en la zona del Mirador, Los Cacicazgos, buscando cómo relacionarme con las personas.
-Qué buscabas en realidad.
-Aprender de ellos, relacionarme, y a través de ellos llegar a ser alguien en la vida.
-Y a quién conseguiste en ese recorrido.
-Yo me fui primero por el lado de los políticos, diputados, senadores y funcionarios. En tiempo de campaña es fácil llegarles a ellos. Me tocó durar cinco años trabajando en seguridad en sitios bien, con gente bien, como la gente de Casa de Campo y La Romana. Yo los veía jugando golf y dije algún día yo voy a estar así como ellos. De ahí solicité en una empresa grande y me relacioné de inmediato con los altos para sustraer el dinero.
-¿Cómo lo hiciste?
-Dentro del banco había personas que estaban sacando poco dinero y buscando la forma de cómo sacar más y me buscaron. Yo me enteré de personas que habían hecho esa vuelta y me les acerqué para que me ofrecieran el trabajo grande. Comencé a averiguar quién era que lo hacía. Nadie quería decir nada, pero una persona de adentro me tiró y acepté, busqué gente de afuera para que me ayudara y lo hicimos.
-¿Quién te propuso hacerlo?
-Un ejecutivo alto. Lo hizo por medio de otro. Me dijo que yo debía dejar pasar a la persona que iba a entrar al banco, independiente de todo lo que yo pudiera sustraer para mí, y que toda esa culpa me iba a caer y la debía aceptar.
-¿Por qué te eligieron a ti?
-Mi perfil no es muy común. Yo no parezco un delincuente y yo inspiraba confianza.
-Qué pasó después...
-Después del robo duré tres meses en la calle dando vueltas. Se supo y me andaban buscando, pero no me encontraban. De las personas que trabajaron conmigo cayó uno preso y en la investigación rechazaron la acusación, pero una persona de los dueños del banco me estaba reclamando que yo violé la confianza y pidió que me buscaran porque yo me había desaparecido. No iba a mi trabajo. Tuve la suerte que Dios metió la mano y no me mataron.
fuente:listindiario.com

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