Si el ajo se cocina, evapora una cantidad significativa de alicina, por lo que no se genera tanto olor. Cuando no se cocina, en cambio, la alicina hace estragos en el hedor corporal. Cualquiera sea el caso, más allá del sufrimiento para el olfato, tanto propio como ajeno, el ajo es un alimento imprescindible en la dieta.
La alicina, el fitoquímico primario del ajo, además de ser el encargado de llevar el mal olor, trae consigo múltiples beneficios para la salud. Tanto por su potencial antimicrobiano como por su capacidad antioxidante, el ajo se convirtió en un alimento básico en los hogares. Su presencia en la dieta aumenta la inmunidad y reduce la presión arterial y el colesterol.
"El ajo es antiséptico, expectorante y favorece a la buena circulación", le dijo a Infobae la licenciada en nutrición María Antonela De Lamo (MN 8226). Pese a sus escasas calorías, el alimento contiene muy alto contenido en vitamina C, vitamina B6 y manganeso.
"Su capacidad antioxidante es importantísima. Conservan las barreras naturales, intervienen en el sistema inmune y cumplen el rol de agentes de defensa contra las infecciones", señaló De Lamo. El ajo, a su vez, contiene otras sustancias que ahora están en estudio por sus probables efectos anticancerígenos. Entre ellos, los sulfuros de alilo, la quercetina y los compuestos organosulfurados.
fuente:infobae.com
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