Así como hay madres por vocación, existen padres que aunque no comparten los mismos genes biológicos con la criatura, son figuras paternas al 100% que desean brindar su amor, enseñanza y formación al niño o niña de su pareja.
Según Irene García, psicóloga clínica y terapeuta familiar y de pareja, si se desea ser un buen padrastro se debe ser honesto consigo mismo y contar con una disposición al compromiso y reto que la situación impone.
Por otro lado, agrega, que se tendría que cumplir con una serie de condiciones resumidas en “mostrarse profundamente respetuoso” hacia la individualidad y las circunstancias de cada uno de los hijos de la mujer a la que se une, así como también hacia los vínculos que mantienen entre ellos y con su madre.
La formación de la pareja sólo los convierte formalmente en padrastro; sin embargo es necesario el integrarse armónicamente a una dinámica de relación familiar, en la cual la empatía y paciencia no se improvisen, solo pueden mantenerse cuando hay disposición, comenta la especialista.
Para adaptarse de manera efectiva a la familia como nuevo integrante, el padre “postizo” debe estar consciente de que el vínculo padrastro-hijastro no nace de un día para otro ni se puede forjar al infante a querer a alguien que recién se está integrando al núcleo familiar.
Acercamiento apropiado García resalta que es importante que cuando una pareja considere seriamente una futura convivencia, se tome el tiempo prudente para iniciar la incorporación del padrastro de forma respetuosa en cuanto a la relación madre-hijo y de los requerimientos de tiempo del proceso infantil.
Una vez iniciada la convivencia y el acercamiento del padrastro al niño, el adulto debe ser paciente, amable y afectuoso pero no atosigante.
“Puede ofrecer (no imponer) ayuda en las tareas o invitarle a algún juego o actividad de su interés, no mostrándose molesto u ofendido si hay rechazo”.
fuente:listindiario.com
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