
Recientemente me he estado preguntando si podría vivir sin Google Maps. Creo que es la única aplicación en mi teléfono que realmente echaría de menos si reemplazara mi teléfono inteligente por uno “tonto” que sólo maneja llamadas y mensajes.
¿Por qué estoy pensando en esto? Porque que cada vez que intento leer un libro, termino usando mi teléfono en vez. Me convenzo a mí misma que necesito buscar algo en el Internet y 30 minutos más tarde, estoy viendo Facebook o Twitter sin sentido del tiempo ni propósito. Últimamente he estado apagando mi teléfono pero entonces lo vuelvo a encender. He intentado esconder todas mis coloridas aplicaciones en una carpeta, pero no ha funcionado. Sigo interrumpiendo mis propios pensamientos para hacer algo que realmente no quiero hacer.
Esto no es accidental. Los desarrolladores se han vuelto cada vez más audaces conforme intentan mantenernos conectados a nuestros teléfonos inteligentes. Algunos de ellos hablan en términos de la adicción y la psicología del comportamiento, aunque la mayoría prefiere usar el término “tecnología persuasiva”. En sí misma, la tecnología persuasiva no es una idea nueva; un académico llamado BJ Fogg ha estado dando clases en un “laboratorio de tecnología persuasiva” en Stanford desde fines de los años noventa. Pero a medida que la propiedad de teléfonos inteligentes se ha disparado y han nacido los sitios de medios sociales, la tecnología persuasiva ha ampliado enormemente su alcance.
Mientras espero que Apple solucione este problema, me siento tentada a comprar algo llamado “Light Phone”, un teléfono del tamaño de una tarjeta de crédito que no hace absolutamente nada más que hacer y recibir llamadas. ¿Cuánto cuesta? US$150. Parece caro. Pero el sitio web de la compañía es muy persuasivo.
Por Aime Williams (c) 2017 The Financial Times Ltd. All rights reserved.
fuente:diariolibre.com.do
0 comentarios:
Publicar un comentario