Entre las historias y los momentos más tensos que se vivieron en esta ciudad por las inundaciones repentinas que se produjeron en varios sectores, debido al paso del huracán María, sobresalen los casos de tres jóvenes que arriesgaron sus vidas para evitar que hoy se contaran cadáveres, arrastrados por el fenómeno.
Como ladrón en la noche, en momentos en que se pensaba había pasado lo peor, las aguas repentinas del río Seibo, acordonaron más de un centenar de viviendas, cercanas al afluente en los sectores Ginandiana, Capotillo y Villa Nené, pasadas las 5:00 de la tarde.
Leónidas Castillo, de 34 años, a quien apodan Kaki, apenas terminaba de orar en la iglesia “Sostén Divino”, donde se congrega, agradeciendo porque !María se fue!. De pronto, escuchó el murmullo de alguien, que estaba atrapado, en medio de la crecida del río, en su camioneta. Se trataba de Pedrito Mazara, a quien conocía, como amigo de su padre y quien regresaba de ver su caudal, desde el puente hacia Caciquillo.
Raudo y veloz invitó a su amigo Staling Mejía (Niño) y corrieron en su ayuda, con las mismas ropas que tenían. Su sorpresa fue ver aquel hombre angustiado, enganchado en la verja de la escuela Severina Cerda de Mota de Ginandiana, con el agua en los pies.
“Tranquilo, tranquilo. Los vamos a rescatar”, gritó al gestionar un cable, debido a que la soga de los bomberos se podía perder, notando que del lado contrario estaba un sereno de Conani. En medio del bullicio de mozalbetes del barrio, que sostenían el cable, primero lograron sacar a Mazara. Castillo narra que con el agua en los techos de las casas, sentía por dentro el compromiso de ayudar, sin percatarse que el sereno, cuando regresó a su rescate, se le colgó en el cuello y casi se ahogan ambos. Relata que pudo zafarse y agarrarlo por detrás, cuando las aguas embravecidas, lo arrastraban.
fuente:listindiario.com
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