La realidad de la cárcel, adonde son llevados aquellos reclusos con casos pendientes de medidas de coerción, la cual funciona en una pequeña capilla, es lo más parecido a una pocilga, donde no se diferencia el espacio para la gente, la comida y los desperdicios.
Afuera de la cárcel de San Luis, próximo al cementerio Cristo Salvador, en la carretera Mella, se observa la basura por doquier y allí la Fiscalía de la Provincia Santo Domingo tuvo que hacer dos filtrantes.
Un diminuto, oscuro y sucio pasillo es el espacio donde algunos pueden salir a recibir las breves visitas. La cárcel cuenta con tres celdas, dos para hombres y una para mujeres, sin camas, ni colchones.
Al poner la mirada en esa edificación nunca se imagina usted que ha llegado a un recinto penitenciario.
Un hedor insoportable, que junto al sofocante calor y los mosquitos, convienrten el recinto en inhabitable.
“Esto funciona bajo precarias condiciones de salubridad y en total hacinamiento”, comentó un agente policial cuando vio llegar al equipo del Listín Diario.
Una de las cosas que primero llama la atención apenas se llega a la cárcel de San Luis es Candela, el perro de color negro y marrón que a partir de las 6:00 de la tarde no permite que ninguna persona se asome por el área. Ahora se le sumaron dos más, Blanquita y La Loca.
La cárcel luce descuidada y solo tres agentes la custodian en el día y tres en la noche. El teniente coronel Henry Medrano es el encargado del recinto.
La cárcel de paso, como se le conoce, no posee las mínimas condiciones para tener detenida a una persona por más de un par de horas, aunque en la actualidad hay quienes permanecen por días y meses, y menos para retenerlas por períodos prolongados hasta tanto se le conozca medidas de coerción en el Palacio de Justicia de la Charles de Gaulle.
fuente:listindiario.com
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