lunes, 1 de febrero de 2016

“Hay mucha basura en la orilla del ejercicio periodístico” Lipe Collado periodista y escritor

Veo el periodismo en una especie de interfaz, ese interfaz que se produce con la penumbra del día a la noche. No es un tránsito auroral, sino a la inversa. Desafortunadamente, el ejercicio periodístico, no solo en la República Dominicana, pero particularmente aquí, se quedó sin régimen, sin control. Hasta cierto tiempo hubo control profesional, porque había un grupo muy activo –de periodistas en ejercicio y de aspirantes a comunicadores sociales— que velaba por unos cánones, una especie de protocolo, que tratamos de oficializar primero mediante el Sindicato Nacional de Periodistas Profesionales y luego del Colegio Dominicano de Periodistas. Pero los poderes supranacionales, uno de cuyos objetivos principales es el control de la comunicación, además del control de las instituciones económicas, se empeñaron a fondo en impedir la creación y consolidación de un Colegio que garantizara el ejercicio profesional.
¿Solo los poderes supranacionales?
Los mencioné primero, pero también sus representantes, como eran los grandes medios de comunicación, cuyo liderazgo principal en ese momento lo ejercía Germán Emilio Ornes, el director, no propietario, de El Caribe, a quien Joaquín Balaguer le entregó ese diario en teoría, no legalmente, como lo demuestra creo que Virgilio Alcántara en una tesis de grado. Estaban también los Pellerano, dueños del Listín Diario. Aunque había otros que considerábamos liberales, que siempre estuvieron de acuerdo en tranzar las diferencias. El principio que aquellos enarbolaron contra la colegiación, la obligatoriedad, en realidad nunca tuvo sentido. Impidieron, mediante sentencia amañada, desde luego, que se creara un órgano regulador que ejerciera una vigilancia ética, profesional... Ese es uno de los factores que ha provocado lo que yo denomino inundación de la comunicación social.

¿En qué consiste esa inundación?
Cuando el río crece demasiado y se desmadra, a la orilla va a parar toda la basura. Eso es característico.
¿No es un símil demasiado duro?
No, no lo es. Cuando enciendes la televisión, entras a los digitales o lees muchas de las informaciones que se publican en los impresos, te das cuenta de que hay mucha basura en la orilla del ejercicio periodístico. Hay gente que ya no insinúa. Y no estamos hablando de las nuevas generaciones; hay gente de las viejas generaciones que ejercen un liderazgo antiético abierto, público. Hay, además, lo que denomino el imperio de las instituciones económicas, su superposición a otras instituciones. Lo que el papa Francisco llamó capitalismo salvaje es lo que se ha impuesto en los medios de comunicación.
Pero el capital propietario de los medios de comunicación, ¿qué peso tiene en ese desmadre?
Un peso determinante, porque el ejercicio periodístico está signado por el dinero. Si haces un análisis de las informaciones de los medios escritos y sus casi pariguales en internet, de los radiales y los televisuales, te das cuenta de que están signados por la producción económica. Es la inversión de capital para reproducir capital, y si me estorbas, te echo a un lado. Voy más lejos: esos reyes de la comunicación están controlando ya la asignación de la publicidad. Antes, el entrelazamiento de los accionistas de los medios era una huella, hoy ya no lo es. Ese entrelazamiento ha conducido a lo que conocemos como oligopolio, que en el caso de la comunicación social se caracteriza por la concentración de muchas voces en pocas manos. Y sus componentes los puedes identificar no solo por sus nombres, sino también mediante sus empresas vinculadas.
¿Hay alguna relación de causa-efecto entre lo que vienes de definir y la pregonada merma de la capacidad de los periodistas?

Desde luego. Hay un facilismo en el periodismo. Pero, de todas maneras, hay que decir que no es exclusivo del periodismo. También ocurre, por ejemplo, en el Derecho. Yo diría que lo único que encuentro por debajo del nivel del periodismo, no quiero decir degradación, es el ejercicio del Derecho. Te lo dice alguien que estudió Derecho. Desde luego, hay un beneficio colateral en esta explosión desmedida en el campo de la comunicación: República Dominicana es el país más abierto a la información. No solo lo digo yo, lo dicen expertos internacionales, muchos de los cuales se asombran de la capacidad de opinión que tienen los dominicanos. Hay millares de opinantes.
fuente:diariolibre.com.do

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