Sus principales argumentos son las construcciones sobre suelos débiles o blandos que amplifican el espectro sísmico, las edificaciones informales levantadas sin ninguna supervisión del Estado y el bajo presupuesto para mitigación de desastres frente a un inminente terremoto que podría tener consecuencias devastadoras.
“Si aquí ocurriese un terremoto como el del 4 de agosto de 1946, que fue de magnitud 8.1, nos dejaría tierra arrasada en muchas zonas importantes”, precisó el geólogo Osiris de León, quien explicó que los edificios que colapsaron con los recientes sismos en México y también con el terremoto del 12 de enero de 2010 en Haití, incluido el Palacio Nacional de esa nación, se debió a que estaban construidos en suelo arcilloso o blando.
Entre las zonas con edificaciones vulnerables citó a los sectores Los Prados, San Gerónimo, La Castellana, Los Alcarrizos, Santo Domingo Norte, Jardines del Norte y Los Ríos, en la capital, así como Santiago, La Vega, Bonao, San Francisco de Macorís, Salcedo, Tenares, Villa Tapia, Arenoso y Nagua, en la parte nordeste.
El experto indicó que los viejos edificios de la Zona Colonial de Santo Domingo siguen en pie, pese a que han soportado ocho grandes terremotos, porque están construidos sobre rocas calizas rígidas que atenúan el efecto sísmico.
FUENTE:listindiario.com
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