Las calles de Ciudad de México aun guardan cadáveres, clamores y gemidos detectados con suerte por micrófonos hipersensibles o cámaras térmicas. Te percatas de que cada minuto cuenta y mientras más tiempo se pierde en las negociaciones con el Estado, más personas mueren apresadas en los derrumbes. Viendo los reportes que llegan desde Puerto Rico, lugares como Guabate o El Yunque se han visto aislados por el desastre. Muchos de sus habitantes lo ha perdido todo sin poder narrarlo a los suyos por falta de señal de internet, telefonía celular, gasolina, petróleo y electricidad; son los medios quienes trasladan el panorama al resto del mundo.
Siguiendo atentamente las imágenes de San Juan notamos que las zonas más pobres han sido devastadas con muy poca posibilidad de reconstrucción y que hasta a las casas ubicadas en los mejores barrios de esa isla se le han ido volando fachadas, aleros y tejados que no parecían endebles. Existe, a pesar del trastorno, una precisa cobertura de prensa comprometida desde adentro con su realidad. Ahogados, desaparecidos, damnificados y miles de desplazados por el fenómeno natural tienen voz desde los noticieros nacionales hacia los internacionales, periódicos y plataformas sociales recogen lo que sus periodistas y ciudadanos proyectan.
fuente:elnuevoherald.com
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