sábado, 2 de abril de 2016

Con Ángel Haché se va un alma de la cultura dominicana

Tenía 72 años de edad, una creatividad insuperable y unos deseos de vivir fuera de lo común. Sin embargo, el corazón le falló cuando su mirada codeaba con la altitud: ”Fue algo trágico, terrible, totalmente inesperado. Su presencia en la cultura dominicana será irremplazable” consideró un amigo cercano, aturdido por la pesadumbre y con la voz entrecortada. O, como diría el poeta Miguel Hernández: “Un manotazo duro, un golpe bajo,/ un hachazo invisible y homicida/ un empujón brutal te ha derribado...”
Permaneció once días en la clínica Corazones Unidos, luchando por su vida. Esa sería su última gran actuación. Puso toda su energía, toda su memoria, toda su fuerza en la esperanza de un nuevo amanecer. Y casi lo logra, pero esta vez triunfó el reposo total sobre la persistencia idílica.
Hoy, su país lo llora porque supo hacer del arte un espacio de colectividades. Las gentes, tal vez inmersas en las urgencias de un sistema que no acaba de cuajar, no sean expresivas del dolor. Pero cada quien, sobre todos los amantes de la auténtica cultura (de esa que enarboló durante toda su vida) sentirán el dolor de su pérdida. Esta vez no se ha marchado un gran amigo, sino un ser que supo ser inmenso, pero humilde, riguroso pero sonriente, aclamado pero sencillo. Ángel Haché llevaba el rostro de su patria, de su tiempo y de las magnitudes.
Hombre de escena y TV
Muchos consideran que Haché, por sus inicios en el mundo de las tablas, fue solo un paradigma del teatro. Sin embargo, brilló en casi todas las manifestaciones artísticas.
Después de culminar sus estudios en Madrid, regresó a su país a pesar de recibir importantes ofertas de trabajo en la península ibérica. Quería ser un forjador de la escena nacional. Por eso se vinculó desde su fundación a la compañía “Nuevo Teatro” de Rafael Villalona.
Forjó un teatro sin límites junto a las primeras figuras del país. Puso cerebro y corazón en la formación de una juventud actoral valiente ante los grandes proyectos y capaz de saltar por encima de la mediocridad del diarismo televisivo o cinematográfico. Académico de pies a cabeza, no sonreía al corregir, y aplaudía las tempranas odiseas. Pocos saben que, como fundador de Casa de Teatro, fue un insistente precursor de esa entidad, y quien la ayudó a crecer, sin pedir nada a cambio.
Y en su teatro brilló, ya bien como director o actor, productor o libretista, como también lo hizo en la televisión como director y productor de cortometrajes. El cine fue su gran amor después del teatro, su última película como coprotagonista fue “No hay más remedio”, dirigida por José Enrique Pintor. Su actuación allí fue, sin a dudas, inolvidable.
fuente:listindiario.com

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