
Muchas familias se toman años viviendo un proceso de negación ante una realidad evidente ante los ojos de todos, a fin de no aceptar que un miembro de la familia es adicto.
La adicción, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una enfermedad bio-psico-social que influye directamente en el núcleo familiar alterando toda su dinámica y funcionamiento.
Esta enfermedad es dolorosa, traumática y desesperanzadora no solo para el adicto, sino también para la familia, llevando a crear cambios en la comunicación y en la dinamica familiar.
En estos casos la familia debe prepararse para transformarse en un agente promotor del cambio y de la rehabilitación, como la red de apoyo para la reinserción.
Por ello, en todo proceso de tratamiento y terapia se hace necesario involucrar directa y activamente a la familia, de modo que ayude a solucionar el problema de su familiar y participe, asimismo, en la resolución de su propia situación y se someta a un análisis que permita revisar la forma de funcionamiento que podría ser potencialmente mantenedora de la conducta drogodependiente.
Las familias actuales son menos numerosas -están generalmente solos el padre y la madre, a veces solo uno de los dos-, y conviven poco -trabajan mucho, y el poco tiempo que se dedican, están cansados por el exceso de trabajo que caracteriza la sociedad actual-. En las condiciones actuales, la educación y el cuidado de los hijos implican un gran esfuerzo. Por otra parte, la incorporación de la mujer al trabajo también ha supuesto un cambio importante en el papel de los padres como educadores y en el rol de cada uno.
La familia se ve afectada seriamente durante todo el período en que se desarrolla la adicción. Uno de los problemas a los que debe enfrentarse es la manipulación intensa y frecuente que recibe del adicto. Por otra parte, la distorsión de sentimientos como la sobreprotección, la rabia, la angustia, el temor, etcétera, va favoreciendo el fenómeno de la co-dependencia.
Manipulación
La manipulación es una de las conductas más características del drogodependiente. Consiste en despertar en el interlocutor (por lo general un familiar, un amigo, compañeros de trabajo o incluso el terapeuta) ciertas emociones de protección, lástima o comprensión que lo lleven a obtener su deseo de mantenerse en el consumo y evitar así las consecuencias de sus actos sin asumir las responsabilidades que ello implica.
La manipulación es una de las conductas más características del drogodependiente. Consiste en despertar en el interlocutor (por lo general un familiar, un amigo, compañeros de trabajo o incluso el terapeuta) ciertas emociones de protección, lástima o comprensión que lo lleven a obtener su deseo de mantenerse en el consumo y evitar así las consecuencias de sus actos sin asumir las responsabilidades que ello implica.
Frases como: “me tratan mal”, “no me hacen caso”, “no me entienden”, “me roban las cosas”, “esto no es para mí”, “yo no estoy tan enfermo como para tratarme”, “ya lo tengo todo claro, he aprendido ya la lección”, “aquí pierdo el tiempo”, etcétera, son muestras de las muchas excusas que pueden utilizarse.
Los familiares deben identificar las diferentes formas y situaciones de manipulación a las que están o han estado sometidos antes e incluso durante el tratamiento, y se les ayudará a provocar cambios cognitivos y afectivos en torno al proceso de manipulación.
((Apoyo
Cómo abordar el problema
Es importante que la familia comprenda que necesita salir del proceso manipulador para poder abordar adecuadamente el problema. Ante una amenaza de abandono del tratamiento por parte de drogodependiente, es recomendable que la familia manifieste una actitud firme en el sentido de no aceptarlo y de no apoyarlo. Esta actitud debe ser tan firme como para que el drogodependiente tenga claro que su familia no lo aceptará en su hogar salvo que termine su tratamiento. Este trabajo terapéutico permite evitar un importante porcentaje de abandonos.
Cómo abordar el problema
Es importante que la familia comprenda que necesita salir del proceso manipulador para poder abordar adecuadamente el problema. Ante una amenaza de abandono del tratamiento por parte de drogodependiente, es recomendable que la familia manifieste una actitud firme en el sentido de no aceptarlo y de no apoyarlo. Esta actitud debe ser tan firme como para que el drogodependiente tenga claro que su familia no lo aceptará en su hogar salvo que termine su tratamiento. Este trabajo terapéutico permite evitar un importante porcentaje de abandonos.
Pero también es esencial que la familia entienda que, aunque el drogodependiente abandone el tratamiento, ella puede y debe continuar su proceso de reeducación familiar, lo que puede permitir que algunos adictos que abandonan el tratamiento vuelvan a él ante la firme actitud de la familia.
fuente:listindiario.com
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