Llega la hora de la siesta en
Villa Centenario y tres motocicletas, una roja, una negra y otra blanca, salen a recorrer el barrio. Comienza la lotería en la que un nutrido grupo de vecinos de Lomas de Zamora, (a una hora del obelisco de
Buenos Aires) son los números de
una realidad que se ha transformado bruscamente. El pasado miércoles, Martín Bustamante y su pequeño de tres años, Agustín, salieron a comprar una pizza a pocos metros de su casa. En el camino fueron sorprendidos por dos ladrones que
salieron de atrás de un árbol y a punta de pistola le robaron los 200 pesos (12 dólares) que el hombre llevaba consigo. Uno de ellos, un menor de 16 años, miró al hombre, le sonrío y antes de escapar en una motocicleta, abrió fuego. Agustín fue alcanzado por un proyectil que entró por su espalda y lo mató. “Papá, me duele”, fueron sus últimas palabras.
Ni el propio Martín, trabajador en una empresa privada; ni su pareja Jésica, ama de casa, tuvieron fuerzas suficientes para sumarse al grupo de vecinos que horas más tarde reclamó por seguridad en la plaza del barrio. La pareja prefirió quedarse con sus niñas, una de seis años y la bebé y prepararse para el velatorio de Agustín. En la protesta, unas 200 personas se separaron del grupo para ir a la
una patrulla policial custodia la chamuscada estructura.
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