sábado, 27 de octubre de 2018

LO QUE NO SE VE: Cuando la desinformación y la suerte salvaron al mundo

Mañana se cumplirán 56 años del término de uno de los episodios históricos más terroríficos por los que haya atravesado la humanidad: el fin de lo que hoy conocemos como la Crisis de los Misiles, lo que potencialmente evitó una guerra nuclear a escala global, gracias a la concretización de un acuerdo entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Lo interesante de este corto pero intenso capítulo de la historia contemporánea, es que se arribó a su resolución ---la mejor entre todas las opciones probables--- más por suerte y desinformación, que por cálculo y ejecución estratégica.
La crisis: entre el 16 y el 28 de octubre de 1962
En abril de 1962, tres años después del triunfo de la revolución liderada por el comandante Fidel Castro, este y el Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de la URSS (en efecto, primer ministro) Nikita Jrushchov, iniciaron unas negociaciones secretas que culminaron con la decisión de instalar misiles de capacidad ofensiva y de grado nuclear en la más grande de las islas de las Antillas, a tan solo 144 kilómetros de la costa sureste de los Estados Unidos.
La CIA dio seguimiento cercano al inusual tránsito marítimo entre Cuba y la Unión Soviética en los meses de verano de ese año, pero en principio se pensó que el armamento que estaba siendo instalado era solo de tipo defensivo, y ante esto, en ese momento, el gobierno de los Estados Unidos no presentaba ninguna objeción. Mientras esto ocurría, diplomáticos y militares soviéticos garantizaban reiteradamente a las autoridades estadounidenses, que estos nunca instalarían armamento de capacidad ofensiva en Cuba.
Gracias a la suerte y a la desinformación
La Crisis de los Misiles se resolvió de la mejor manera posible: sin desembocar en un conflicto bélico de tipo nuclear, y sin que ninguno de los bandos haya sentido haber cedido demasiado, y justo aquí y por eso, empieza a esclarecerse el rol de la suerte y la desinformación.
¿Por qué planteó que ninguno de los dos bandos sintió haber cedido algo importante, cuando los soviéticos forzaron a Estados Unidos a retirar sus misiles “Júpiter” de Turquía? Porque los norteamericanos, antes de esta crisis, ya habían tomado la decisión de retirarlos por su nivel de obsolescencia. Aquí nos salvó la desinformación, porque, de haberlo sabido, ¿no hubiesen los soviéticos exigido otra cosa?, una posición de negociación que hubiese prolongado la situación, dando espacio a mayores posibilidades de un conflicto militar.
¿Qué hubiese pasado si las cartas enviadas por Jrushchov en días sucesivos hubiesen arribado en orden invertido, o tres días después? Aquí nos salvó la suerte, porque, de conformidad con la información existente, el próximo paso era, muy probablemente, una intervención norteamericana en Cuba, lo cual hubiese desatado un conflicto.
Pero, con elecciones de medio término a ojos vista para Kennedy, en un contexto político donde las cámaras legislativas, debido a las constantes provocaciones de Fidel Castro y antes de que se suscitara la Crisis de los Misiles, habían autorizado al presidente el uso de la fuerza contra Cuba, y donde la opinión pública favorecía mayoritariamente este curso de acción, lo más escalofriante de todo, es esto: luego de la crisis supimos que en Cuba no solo habían 100 ojivas nucleares, sino que además existían, aparte de los misiles tierra-aire, armas nucleares tácticas de corto alcance. Estados Unidos nunca tuvo la certeza de esto anterior, porque de haberla tenido, sin lugar a dudas, el bombardeo y la posterior intervención de Cuba se habría materializado. De haberse dado dicho curso de acción, hoy también sabemos a ciencia cierta que Jrushchov, en orden directa e inequívoca, dio la instrucción de que, ante un eventual bombardeo o intervención norteamericana en Cuba, estas armas, todas las que fueran posible, tenían que ser usadas. El presidente Kennedy y su EXCOMM nunca supieron esto.
Tras entender lo anterior, la conclusión solo puede ser una: en aquel octubre de 1962, la suerte y la desinformación articularon, a favor de la humanidad, su obra maestra.
fuente:listindiario.com

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