
Resisten. Pero tras más de 10 días de caminata y 800 kilómetros a pie y ocasionalmente en transporte, sus cuerpos empiezan a mostrar signos de fatiga. A cada paso, se ven más pies vendados y más rostros
abrasados por el sol.
“Siento un dolor en el estómago. (...) No sé si es por el hambre”, relata a Efe Alvin mientras se toca un lado del vientre.
El hondureño, con 18 años recién cumplidos, lleva sandalias y un pañuelo en la cabeza y está siendo atendido en medio de la carretera, bajo un sol y una humedad que se incrustan en la piel.
“Lo que se ha atendido hasta el momento son ampollas de pie, hongos, infecciones estomacales, dolores de cabeza, deshidratación severa, moderada y leve”, explica a Efe José Antonio, paramédico de la Cruz Roja.
Los peligros en la carretera son varios. Además del inclemente sol y el agotador andar. Los camiones pueden arrollarlos o los mismos migrantes pueden caer cuando se suben en ellos para avanzar más fácilmente, como ya ocurrió el lunes con un muchacho hondureño que falleció.
En casos extremos, una deshidratación o una infección mal curada también puede matarlos, agrega el voluntario.
En Mapastepec, en el suroriental estado de Chiapas, varias unidades médicas atienden a los migrantes. De acuerdo con el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) del municipio, se montó un hospital temporal con 22 médicos y 15 paramédicos, además de una unidad móvil.
fuente:listindiario.com
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