SANTO DOMINGO. El surgimiento de una tercera
fuerza en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), encabezada por
Luis Abinader, es un elemento que complica la estructuración de un
acuerdo para terminar la crisis interna de esa organización.
Cuando hace un año, Miguel Vargas e Hipólito Mejía se reunieron en Lomas Lindas, Abinader no tenía el posicionamiento que hoy le otorgan algunas encuestas, las que el dirigente perredeísta usa como guía diaria.
El jefe de campaña de Abinader, Tony Peña Guaba, ha dejado claro que ahora en el PRD "hay tres patas", y que desde ese sector rechazan que se pretenda dejar fuera a ese liderazgo emergente.
Tras las dos nuevas reuniones de Vargas y Mejía, efectuadas el 20 y el 22 de abril pasado, el ex mandatario reaccionó molesto ante la filtración a los medios y las exigencias que le habría hecho el presidente del PRD, por lo que respondió designando a Abinader y a su pasado jefe de campaña, César Cedeño, como comisionados para el diálogo en pos de un posible entendimiento, del que de paso se excluyó.
Esta designación no cayó bien en el grupo de Abinader, ya que se interpreta como que el ex mandatario le dio una orden, cual si fuera su jefe político, en momentos en que sus seguidores consideran al pasado candidato vicepresidencial como la figura perredeísta mejor posicionada ante el electorado.
Abinader no se ha referido a la designación que le hizo Mejía, a pesar de las solicitudes que se le han hecho frente al tema.
A pesar de los pronunciamientos de Mejía, los hechos y los lazos familiares que los unen han demostrado que entre él y Vargas hay unas vías de acercamiento que no las tienen Abinader y el presidente del PRD, sobre todo ante la realidad de que las relaciones de ambos no son las mejores. Hay más camino por recorrer entre Vargas y Abinader que entre Mejía y Vargas.
Ante esta premisa, el diálogo y el acuerdo se dificultan aún más, pues la candidatura presidencial no puede dividirse en tres, y los premios de consolación no son apetecidos por Vargas, ni por el propio Abinader.
La novedad que trae esta coyuntura de acercamiento es la unidad familiar que se percibe en pos de sellar la unidad del PRD con un pacto entre las dos cabezas de la división.
Tony Rivera, hermano de Vargas, y el hijo de Mejía, Ramón Hipólito, han entrado en la cancha, y con intenciones de "lograr lo que quiere el país".
fuente:diari
olibre.com.do
Cuando hace un año, Miguel Vargas e Hipólito Mejía se reunieron en Lomas Lindas, Abinader no tenía el posicionamiento que hoy le otorgan algunas encuestas, las que el dirigente perredeísta usa como guía diaria.
El jefe de campaña de Abinader, Tony Peña Guaba, ha dejado claro que ahora en el PRD "hay tres patas", y que desde ese sector rechazan que se pretenda dejar fuera a ese liderazgo emergente.
Tras las dos nuevas reuniones de Vargas y Mejía, efectuadas el 20 y el 22 de abril pasado, el ex mandatario reaccionó molesto ante la filtración a los medios y las exigencias que le habría hecho el presidente del PRD, por lo que respondió designando a Abinader y a su pasado jefe de campaña, César Cedeño, como comisionados para el diálogo en pos de un posible entendimiento, del que de paso se excluyó.
Esta designación no cayó bien en el grupo de Abinader, ya que se interpreta como que el ex mandatario le dio una orden, cual si fuera su jefe político, en momentos en que sus seguidores consideran al pasado candidato vicepresidencial como la figura perredeísta mejor posicionada ante el electorado.
Abinader no se ha referido a la designación que le hizo Mejía, a pesar de las solicitudes que se le han hecho frente al tema.
A pesar de los pronunciamientos de Mejía, los hechos y los lazos familiares que los unen han demostrado que entre él y Vargas hay unas vías de acercamiento que no las tienen Abinader y el presidente del PRD, sobre todo ante la realidad de que las relaciones de ambos no son las mejores. Hay más camino por recorrer entre Vargas y Abinader que entre Mejía y Vargas.
Ante esta premisa, el diálogo y el acuerdo se dificultan aún más, pues la candidatura presidencial no puede dividirse en tres, y los premios de consolación no son apetecidos por Vargas, ni por el propio Abinader.
La novedad que trae esta coyuntura de acercamiento es la unidad familiar que se percibe en pos de sellar la unidad del PRD con un pacto entre las dos cabezas de la división.
Tony Rivera, hermano de Vargas, y el hijo de Mejía, Ramón Hipólito, han entrado en la cancha, y con intenciones de "lograr lo que quiere el país".
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