Cien días después de su muerte y aunque Cuba ha limitado por ley el uso de su nombre e imagen, la figura de Fidel Castro está más presente que nunca en la isla, donde el fervor hacia el exmandatario comienza a cobrar proporciones mesiánicas que llegan incluso hasta la comparación con Jesucristo.
Desde el fallecimiento del líder de la Revolución cubana el pasado 25 de noviembre a los 90 años, no hay actividad, congreso o celebración en Cuba que no incluya un homenaje a Castro en su programa, mientras los medios de comunicación estatales también le dedican buena parte de su espacio.
Un buen ejemplo de esta situación fue la reciente Feria del Libro de La Habana, el evento cultural más importante del año en la isla.
La cita estaba dedicada a Canadá y sus autores, pero los actos y presentaciones de numerosos títulos en torno a la figura de Castro eclipsaron al país invitado.
El panorama contrasta con la última voluntad del exgobernante, tornada en ley en diciembre pasado por el Parlamento cubano: nada de monumentos ni edificios públicos o calles con su nombre, además de una rigurosa normativa que blindó el uso comercial de su figura.
En vida, el polémico comandante también se oponía al culto a la personalidad, aunque paradójicamente fuera su personal estilo de ejercer la autoridad lo que le valió ser considerado líder para unos y tirano para otros.
"La figura carismática y mesiánica de Fidel Castro fue indudablemente uno de los elementos más populares de la Revolución Cubana desde sus inicios en la década de 1950 hasta por lo menos la primera década del siglo XXI", señaló a Efe el director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida, Jorge Duany.
La clave está en si la Revolución cubana puede pervivir sin la presencia física del hombre que tan pasionalmente la encarnó.
fuente:listindiario.com
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